Grit & Grace #21 ¿cómo navegar el debate woke?
En la política global, en el liderazgo y en nuestros equipos
Cada vez que surge una conversación sobre el fenómeno woke, encendemos una hoguera: mucha pasión y poca claridad. Esta semana, reflexionemos sobre qué fuerzas invisibles alimentan esta conversación que está reconfigurando alianzas políticas, decisiones corporativas y hasta relaciones personales. Si no aprendemos a navegar estas aguas, tanto en la arena política como en las empresas, podríamos quedarnos atrapados en diatribas culturales superfluas que impacten negativamente nuestras relaciones.
El fenómeno WOKE en el “simple” espectro “izquierda - derecha”
El término "woke" ha evolucionado hasta convertirse en un concepto polémico y polarizador en el discurso político contemporáneo. Refleja divisiones sociales profundas sobre cómo entender la identidad y la justicia, y se ha vuelto una etiqueta política que obstaculiza el diálogo constructivo.
Proviene del inglés afroamericano “stay woke” que significaba literalmente “mantenerse despierto” o “estar alerta” especialmente sobre el racismo y la injusticia social1.
En términos generales, para la izquierda, WOKE representa conciencia social, justicia racial y reconocimiento de problemas estructurales. Se ha expandido (y de manera muy confusa) para incluir derechos LGBTQ+, feminismo (lee “acabemos con el feminismo” de mi amiga Sandra Guevara) y cambio climático. Para la derecha simboliza corrección e intervención política excesiva, sensibilidad exagerada y victimismo. Dependiendo del contexto geográfico puede haber ligeras diferencias: en Europa la comprensión del término es más fragmentada, y en América Latina tiende a verse a través del prisma del colonialismo y las luchas indígenas. Lee la Carta de Discordia entre México y España.
Para algunos, WOKE es un concepto que se ha “apropiado” la izquierda y que tiene una estrategia “deliberada y radical”. Esta mirada es muy común en conversaciones informales, pero dificulta la comprensión del problema de fondo y nos muestra los límites de los marcos conceptuales políticos tradicionales.
El movimiento “woke” critica el universalismo, la centralidad del Estado-Nación, y desafía la primacía de factores económicos o materiales. Claro, coincide con la izquierda política porque privilegia la libertad personal del individuo (proteger derechos civiles del ciudadano, derecho al aborto, derogación del servicio militar, etc.).2 Y choca con la derecha política porque ésta prima la libertad económica (baja fiscalidad, facilidades comerciales y de libre empresa) sobre la libertad individual.
El término ha perdido precisión, se manipula mucho y significa cosas diferentes para diferentes personas. Podría ser usado por alguien progresista, pero también por alguien liberal. El gráfico de Nolan nos permite visualizar un poco mejor esta compleja dinámica: muestra además de la izquierda-derecha política, dos opciones más: el liberalismo, que defiende la libertad del individuo y a la vez la intervención mínima del Estado en la vida social y económica; y por otro lado, el totalitarismo que privilegia un Estado que lo controla todo y que niega por definición todas las libertades.
Pese a que el diagrama de Nolan expande un poco las variables3, sigue siendo insuficiente: reduce la política a dos dimensiones, la libertad económica y la personal presentándolas como independientes y equivalentes, cuando en realidad están interconectadas.
Complejidad del debate “woke” y su relación con la identidad
La relación entre el debate “woke” y las cuestiones de identidad es multidimensional:
1.- Tensión entre universalismo y particularismo. Una tensión filosófica milenaria: ¿Debemos enfocarnos en lo que nos une como seres humanos (valores comunes y derechos humanos universales) o reconocer y valorar nuestras diferencias identitarias (desigualdades y diferencias existentes)?
2.- La identidad como experiencia vs. la identidad como esencia: ¿La identidad es construida socialmente, en función de contextos y culturas; o representan características fundamentales y relativamente fijas? Irónicamente, tanto críticos como defensores de posiciones “woke” pueden caer en visiones esencialistas (con valoraciones opuestas de esas esencias).
3.- La política de reconocimiento: “woke” tiene que ver con grupos históricamente marginados que buscan reconocimiento de su experiencia y valor. Y el “anti-wokeismo” refleja a veces, la resistencia a perder el reconocimiento privilegiado que tienen ciertos grupos y oposición a propuestas centradas en la libertad personal diferenciada (particular).
4.- Causalidad bidireccional: las políticas de identidad impulsaron el surgimiento del movimiento “woke”, y éste a su vez, ha transformado cómo entendemos la identidad.
El debate “woke” en el orden internacional
El nuevo orden internacional está siendo determinado por factores geopolíticos, económicos y militares mucho más profundos que el debate “woke/anti-woke”. Sin embargo, este debate sí forma parte de una dimensión cultural de la competencia global:
En la retórica entre potencias, Rusia y China frecuentemente caracterizan a Occidente como “decadente” debido a valores liberales que podrían considerarse “woke”. Putin ha apelado a valores tradicionales para contrastar con lo que él percibe como “excesos liberales occidentales”. China critica lo que considera “liberalismo occidental extremo” mientras promueve su propio modelo político-cultural.
Estados Unidos, especialmente bajo administraciones demócratas, ha incorporado elementos de derechos humanos y justicia social en su política exterior. Por ejemplo, la administración Biden promovió la inclusión de minorías, reconoció problemas como el racismo sistémico y favoreció derechos LGBTQ+. Tanto Donald Trump como Elon Musk se han posicionado como figuras emblemáticas del movimiento “anti-woke”. Lo consideran una amenaza existencial a los valores estadounidenses tradicionales (virus woke, tiranía woke, adoctrinamiento woke). Han criticado y se han opuesto a la burocracia educativa, los programas DEI, la agenda de cambio climático, y los derechos LGBTW+. 4
Esta dinámica constituye un elemento significativo en la reconfiguración del orden internacional. El alineamiento de líderes occidentales con posturas “anti-woke” complica la narrativa tradicional de un Occidente unido por valores liberales democráticos, creando nuevas líneas de fractura. Ahora bien, como dije antes, esta dimensión cultural no reemplaza factores económicos y militares en la configuración del orden internacional, pero añade un nivel de complejidad significativo a las relaciones internacionales, donde las batallas sobre identidad, valores y visiones del futuro se entretejen de forma compleja e inseparable con la competencia tradicional por poder e influencia.
La evolución de estas dinámicas determinará no solo el curso interno de democracias occidentales, sino también la naturaleza del sistema internacional en las próximas décadas y la viabilidad de la cooperación global en desafíos compartidos como el cambio climático, la regulación tecnológica y la prevención de conflictos.
Sería una simplificación excesiva sugerir que el orden internacional se está reconfigurando principalmente a partir de este debate. Factores como intereses económicos, seguridad nacional, control de recursos estratégicos y competencia tecnológica tienen mayor peso en la definición del orden global.
En nuestra condición de líderes, ¿qué posición asumimos y cómo manejamos este tema?
El debate “woke/anti-wok”" es muy complejo porque toca aspectos filosóficamente profundos sobre la sociedad, la justicia y la identidad. Refleja preguntas eternas sobre cómo reconciliar unidad y diversidad, libertad e igualdad, individuos y comunidades. No son preguntas que puedan resolverse de manera definitiva, sino dinámicas que cada sociedad debe negociar continuamente a través del diálogo democrático.
Superar la polarización requiere reconocer que las identidades importan en la experiencia humana, pero no determinan totalmente quiénes somos. Un diálogo genuino requiere escuchar experiencias diversas y no mantener posiciones rígidas.
Cómo liderar en tiempos de polarización cultural
Más equilibrio: Liderar significa gestionar conflictos, manejar la incertidumbre y abrazar tensiones. No puedes evitar controversias, pero sí puedes preparar a tu gente para elevar la madurez y la inteligencia emocional.
Más curiosidad: Frente a posiciones extremas, responde con preguntas, no con juicios.
Ética: Traduce valores universales en acciones concretas dentro de tu contexto particular.
Despolitiza el lenguaje: no uses las expresiones “woke” y “anti-woke” para discutir política. Usa términos más específicos.
Condiciones para diversas perspectivas: crea condiciones y espacios de confianza en la que personas con diferentes visiones puedan dialogar constructivamente.
Valores compartidos: Identifica valores comunes como la dignidad humana, igualdad de oportunidades y justicia que puedan unir a personas de diferentes ideologías.
La polarización cultural no solo afecta el clima social: está redefiniendo quién compra, quién trabaja contigo y qué reputación construyes. He creado unos instrumentos adicionales (radar de tensiones culturales en la empresa, Checklist de preparación antes, durante y después de una situación sensible y plantilla de actuación). Si tienes interés, envíame un mensaje…
🦉 Momento de sabiduría
La cultura no es estática, es el campo de batalla de nuestro tiempo. Kwame Anthony Appiah
📚 ¿Qué estoy leyendo?
Woke, Inc. de Vivek Ramaswamy: una crítica sobre cómo las corporaciones manipulan la cultura woke.5
Identity: The Demand for Dignity and the Politics of Resentment de Francis Fukuyama: una mirada profunda sobre cómo la identidad moldea tanto la política como las dinámicas organizacionales.
La trampa identitaria. Yascha Mounk. Las debilidades de la “síntesis identitaria”. Me esta siendo muy útil para mi tesis.
🤔 Reflexión
Preguntas para tu reflexión personal (y para trabajar en tu equipo de liderazgo):
¿Cómo te preparas para participar en conversaciones difíciles sobre identidad, diversidad y cultura?
¿Estás liderando la conversación... o simplemente reaccionando?
¿Qué nuevas dimensiones de análisis introduce o enfatiza el movimiento “woke”?
¿Cómo defines libertad, igualdad, justicia, comunidad?
🎯 Desafío para implementar
Esta semana, invita a tu equipo a una conversación estratégica breve:
¿Cómo fomentamos un entorno donde se pueda conversar con respeto y profundidad sobre estos temas? Identifica acciones y ponlas en marcha!
Mi postura
¿Quieres saber? Mi posición, por supuesto, aspira a reconocer la complejidad de todo esto y a matizar los excesos. La llamo universalismo sensible al contexto. Por mis estudios de cosmopolitismo y multiculturalismo, priorizo la humanidad compartida sobre las identidades particulares. Esto significa que opto por programas universales porque creo en valores universales independientes de culturas (me preocupa la fragmentación excesiva en políticas identitarias). Asimismo, por mi experiencia diplomática en Japón y mis estudios sobre el pasado imperialista japonés (fin de la segunda guerra mundial con la bomba nuclear en Hiroshima y Nagasaki), prefiero trascender las injusticias históricas para construir un futuro común. Con estas dos cosas, sería anti-woke.
Pero reconozco que existen injusticias estructurales que hay que atender. Por eso, no apoyo un universalismo rígido sino sensible a contextos y realidades particulares. Existen diferencias culturales y necesidades específicas que requieren respeto, reconocimiento y atención focalizada para acercarnos a la justicia. Entiendo que, por ejemplo, las políticas públicas diferenciadas son necesarias como medios temporales hacia una universalidad que debe construirse, no simplemente declararse (algo más woke). 6
Hace falta más equilibrio, serenidad, empatía y profundidad para superar debates estériles y construir soluciones que reconozcan tanto nuestra humanidad compartida como nuestras diferencias significativas. El debate WOKE nos muestra que hace falta por un lado, más educación política y por el otro, el desarrollo de un vocabulario político más sofisticado y multidimensional que pueda capturar estas nuevas realidades.
Y tu, ¿qué piensas? ¿Cómo podemos mejorar la calidad de los diálogos en este importante tema?
Con el movimiento Black Lives Matter (2014), se convirtió en un llamado a la conciencia sobre el racismo sistémico.
La izquierda, en particular corrientes marxistas tradicionales, izquierda obrera y feministas materialistas, critican el movimiento WOKE por considerar que prioriza el tema identitario sobre la lucha de clases y la crítica al capitalismo. (Ejemplos de esto son Slavoj Žižek, Jeremy Corbyn, Nancy Fraser). Por el lado de la derecha, tenemos posturas como el conservadurismo inclusivo, ambientalistas, y libertarios progresistas que aceptan por ejemplo la legalización del matrimonio igualitario (David Cameron), reformas a la justicia penal (Tim Scott) y más derechos LGBTQ+ al tiempo que mantienen posturas económicas de derecha.
Fue creado por David Nolan, fundador del Partido Libertario de EEUU. Presenta sesgos importantes, por ejemplo: define regulaciones ambientales como restricciones a la libertad económica sin considerar que éstas podrían proteger libertades de otros; y no contempla cómo las desigualdades económicas extremas y estructurales limitan las libertades reales. Sobre este punto, me gusta la posición de Amartya Sen y su enfoque en capacidades.
Durante su primera administración (2017-2021): Prohibición de ciertos entrenamientos sobre diversidad en agencias federales; retiro de protecciones para estudiantes transgénero; la “Comisión 1776” como alternativa a perspectivas históricas como el “Proyecto 1619” y el retiro de Estados Unidos de acuerdos internacionales percibidos como alineados con agendas progresistas. En su actual administración, ha intensificado su crítica al virus woke y ha encontrado convergencia con narrativas de regímenes autoritarios como Rusia y China. Esto ha creado tensiones entre EEUU y sus aliados europeos (excepto con gobiernos conservadores como Hungría, Polonia e Italia).
Woke, Inc. critica la intersección entre corporaciones y activismo social en Estados Unidos. Su argumento central es que muchas corporaciones utilizan causas sociales principalmente por interés y no de manera genuina. Sirve para discutir sobre la autenticidad del activismo corporativo en temas de justicia social.
Mi postura tiene afinidades con: el liberalismo igualitario de John Rawls (principios universales con atención a los menos aventajados); el enfoque de capacidades de Amartya Sen y Martha Nussbaum (universalismo sensible a contextos), algunas versiones del republicanismo cívico (igualdad ciudadana que reconoce diferencias); y sin duda alguna: el cosmopolitismo de Kwame Anthony Appiah (identidades universales y particulares simultáneas). Escribí un ensayo sobre esto con Juancarlos Vargas: “La Resolución de Conflictos en el Sistema Internacional: Gobernabilidad Global y Democracia Cosmopolita”. Mundo Nuevo, Caracas, Venezuela, No. 5, Año III, pp.221-259, 2011.
Excelente fragmento. Sin desperdicios. Mi postura también sería la misma, tomar en cuenta las particularidades de cada quién es importante, pero al mismo tiempo las leyes universales que por generaciones han regido de manera exitosa las riendas de la sociedad no se deben arrojar a un lado. Creo que la posesión de un pensamiento equilibrado es la clave para la resolución de la mayoría de los conflictos sociales de hoy en día, pero el pensamiento equilibrado y sano no vende, creo que es la principal razón del porqué vemos líderes tan extremistas que hasta suelen caer en lo absurdo.